Desarrollador: Hudson Soft
Publicado por: Hudson Soft
Salió también para: NES, MSX, Game Boy Advance, Nintendo GameCube, PlayStation 2, Virtual Console
Y seguimos con juegos incluídos en aquel
cartucho 255 en 1 de la Nevir Mastergames. En este caso, el port del arcade Wonder Boy realizado por Hudson Soft para la NES. La máquina recreativa la programó Escape y la distribuyó Sega. Después, la compañía del erizo azul portó el arcade a Master System de manera bastante fiel, iniciando una exitosa saga rolero-plataformera que produjo títulos hasta mediados de los años 90, ya fuera en la consola original como en Mega Drive. Hablaremos más detalladamente de una entrega en concreto dentro de algunos posts. En la versión que nos ocupa, a diferencia de la 8 bits de Sega, Hudson se tomó diversas licencias artísticas, entre ellas cambiar el protagonista por el portavoz de la compañía Takahashi Meijin (en Japón el juego se llama Takahashi Meijin no Boken Jima), además de la mayoría de los sprites.
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Primera fase. |
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El juego es un plataformas clásico, obviamente a rebufo del éxito del Super Mario Bros del año anterior, aunque con algunos elementos novedosos. El primero es que nuestro protagonista no puede matar a ningún enemigo por contacto directo, salvo en el caso de que se recoja un ítem que proporciona invulnerabilidad temporal. Para ello debe de lanzar hachas de piedra o bolas de fuego. Mientras las primeras tienen una trayectoria parabólica, y son bastante lentas, las segundas son mucho más rápidas y fáciles de utilizar al tener una trayectoria recta, amén de ser capaces de destruir algunos elementos del escenario. También podremos usar un patinete, atravesando la pantalla a toda velocidad. Además, este patinete sirve de protección, ya que si tocamos algunos de los obstáculos que suponen muerte directa, sólamente perderemos el mismo. Aunque muchas veces, la inercia nos hace ir invariablemente contra algún enemigo o fosa, igualmente mortales.
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En patinete. |
Otra de las diferencias respecto a otros plataformas de la época es que contamos con una barra de vida que va disminuyendo según pasa el tiempo. Para recargarla, deberemos de recolectar comida, siendo en algunas pantallas su escasez bastante agobiante.
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Invencibilidad temporal. |
Hablando de fases, hay que destacar la variedad de ellas: las hay de bosque de noche y de día, pantallas costeras en las que hay que saltar por nubes e islotes para evitar caer al mar, zonas de cuevas con hielo muy resbaladizo, pedregales con multitud de enemigos... con sus correspondientes melodías, compuestas con bastante acierto en general, y muy a tono con el escenario que acompañan.
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Fase costera. |
Los 2-3 primeros mundos son bastante accesibles, pero a partir de ahí los diseñadores del juego dieron rienda suelta a su maldad, multiplicando la cantidad de enemigos, piedras que nos hacen tropezar y fuegos que nos achicharran. Pero hay que reconocer que la mayoría de las muertes que se producen son bastante "justas", ya que muchas veces sentiremos que hemos perdido una vida por nuestra culpa, ya sea por no haber tenido la suficiente paciencia o no haber sido más exactos al saltar. No es un juego imposible, pero sí muy puñetero.
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Fase de cueva. |
Con las tres vidas que nos dan de inicio, nunca he sido capaz de pasar más allá del cuarto mundo. Y eso después de meter un montón de horas. Después de que llegara a casa un Pentium-100 decidí dejar la Mastergames en nuestra casa del Pirineo, para disfrutarla después de esquiar. Bien, pues una Semana Santa en la que los dolores de huesos típicos del crecimiento me dejaron sin poder coger las tablas, me dediqué en cuerpo y alma a intentar llegar lo más lejos posible en el juego, pero no había manera. Reconozco que, pese a mi afición, he sido siempre un jugador bastente medicre. Menos mal que aquel bendito cartucho multijuegos contenía una versión con vidas infinitas, que si no...
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Fase de hielo. |
Habiendo pasado los años, tengo que reconocer, que aunque había días en los que las rodillas me dolían tanto que casi no podía ni andar, aquellas vacaciones sí que le eché un poco de cuento. Esquiar me gustaba mucho, pero aquella Famiclone me gustaba todavía más... Además, ya rondaba los 13-14 años, y por aquel entonces, estaba conquistando poquito a poco pequeñas parcelas de libertad como poder estar sólo en casa, administrar mi propio dinero... y aquellas horas de soledad me sabían a gloria. No todo eran videojuegos, también salía a dar una vuelta por el pueblo (muchas veces de visita a varios de los salones recreativos del mismo) o a nadar al polideportivo, o me quedaba en la terraza tan ricamente al sol (leyendo la Hobby Consolas, por supuesto).
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Cada cuatro pantallas lucharemos contra el Boss de la zona (8 en total). Todos atacan de la misma manera, pero con distinta frecuencia y velocidad. |
Hay un muy recomendable artículo sobre el juego en la web de Diskover
RetroNes.
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